El primer caso que llega a los juzgados en España por "niños robados", nos ha dejado las siguientes declaraciones por parte de la niña robada, Pilar:
“Esa monja ha hecho mucho daño a muchas familias. Si no hay cárcel, con que todo el mundo sepa quién es, me doy por satisfecha. Y si no lo paga aquí lo va a pagar arriba”,
¿"Arriba"? Con todos los respectos hacia una hija a la cual han robado su vida y su familia, que nunca podrá recuperar, y a una madre que ha vivido una tortura de treinta años que no podemos ni imaginar, nosotros y la ciudadanía en general no estamos satisfechos sólo "con que todo el mundo lo sepa". Tampoco es suficiente con un ajuste de conciencia entre "sor María" y un ser imaginario, allá "arriba". Tampoco la Iglesia Católica debería estar satisfecha. Debería ser la primera en censurar, dejar de amparar y expulsar de su organización a esta persona, en el mismo momento que haya sido imputada y, por supuesto, cuando sea condenada. Asimismo, debería abrir investigaciones en todas las casas cunas y otras casas de acogida de madres dependientes de la Iglesia Católica donde haya sospechas de que se han cometido, cuando menos, irregularidades, y posicionarse como acusación particular en los casos donde ha habido conductas delictivas. Esa sería la única manera de que, ante situaciones como esta, la opinión pública las vea como conductas individuales reprobables y ilegales, y no como engranajes sistematizados de una organización delictiva.
Sinceramente, no confiamos en que, una vez más, la Iglesia Católica, y en especial la española, vaya a optar por la transparencia, la verdad y la reparación en vez del encubrimiento y el ostracismo, como ha sucedido en otras muchas conductas delictivas y éticamente abominables, como la pederastia. De hecho, la estrategia de la defensa de esta monja, negarse a declarar, no dice mucho a favor de esta persona ni de su organización. ¿Acaso no reconocen la justicia que ellos llaman "terrenal"?
Estamos con los miles de afectados en España, con las concentraciones, con las investigaciones y estamos con los fiscales y los jueces. Estamos con esta hija y estamos con su madre, y con su voluntad, expresada tajantemente: "Sor María merece el mayor de los castigos”. Confiamos en que ese castigo ejemplarizante venga por la única justicia que existe, la de los seres humanos.
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