Reproduïm l'article publicat pel nostre president al diari Levant-EMV.:
¿Sociedad religiosa en un Estado aconfesional?
Hace poco tiempo pudimos ver las imágenes de grupos ultra de cristianos ortodoxos rusos que se autoproclamaban defensores de los valores religiosos y preparados para intervenir ante un eventual ataque a sus creencias, por pacífico que éste pudiera ser. Desfilaban por las calles de Moscú uniformados y haciendo alarde de la cruz ortodoxa. También hemos visto cómo los movimientos religiosos islamistas se han ido apoderando de la primavera árabe y ahora campan por sus respetos en las calles de sus ciudades.
Por ello, he leído con preocupación el reportaje que firma Paco Cerdà en este periódico del pasado 12 de octubre. En él se nos da cuenta de que Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, quiere que la religión vuelva al espacio público. Yo creía que la Iglesia Católica ya había alcanzado el grado de madurez suficiente para comprender que los sentimientos religiosos pertenecen a la esfera íntima de las personas y que la convivencia civil debe estar reglada por las leyes que nos hemos dado en un Estado aconfesional.
En cambio, Osoro quiere «impregnar de religiosidad el espacio público», como textualmente afirma en dicho reportaje. ¿Llegaremos a equiparar a sus proselitistas con los talibán? Lo que está proponiendo es jugar con fuego. ¿Dónde se situará el límite de esa actividad proselitista? ¿Se podrá controlar adecuadamente el ardor evangelizador para que no se convierta en fanatismo? Sin acudir a comparaciones odiosas, hoy en día exageradas, con lo que ocurre en Afganistán o en Paquistán, sí hay que tener muy presente lo que está ocurriendo en los paises de la primavera árabe donde los partidos religiosos pretenden aplicar la sharia, el Corán como única fuente del Derecho y donde están empezando a regular las vestimentas femeninas. La religión fundada por Mahoma tiene 622 años menos que la religión cristiana y en su evolución estaría hoy donde el cristianismo estaba en el año 1390. Eso explicaría los excesos que hoy criticamos desde Occidente a los fanáticos islamistas. Los cristianos también cometieron las mismas tropelías hace 600 años y organizaron numerosas y sangrientas Cruzadas para imponer su fe y recuperar Jerusalén, como muchos islamistas quieren ahora recuperar Al Andalus.
Atrás quedan los tiempos en que la religión dominaba toda la organización social porque, afortunadamente, Europa supo liberarse del yugo eclesiástico, dando lugar a siglos de progreso y libertad, aunque en España tardásemos un poco más, ¡ por ser tan católicos¡ Hemos aprendido a respetar todo tipo de creencias siempre y cuando éstas sean respetuosas con la libertad de pensamiento.
Por favor, señor Osoro, preocúpese de sus templos, de su patrimonio amasado con el sudor de sus fieles, de que éstos no sigan disminuyendo, y deje el espacio público para su único titular: la sociedad civil. ¿No le basta con haber invadido la docencia con el argumento falaz de defender lo que usted llama libertad de enseñanza? La escuela está para enseñar, no para adoctrinar, que para eso tienen ustedes sus catequesis. Pero éste es un tema del que tendremos que hablar en otra ocasión.
Por ello, he leído con preocupación el reportaje que firma Paco Cerdà en este periódico del pasado 12 de octubre. En él se nos da cuenta de que Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, quiere que la religión vuelva al espacio público. Yo creía que la Iglesia Católica ya había alcanzado el grado de madurez suficiente para comprender que los sentimientos religiosos pertenecen a la esfera íntima de las personas y que la convivencia civil debe estar reglada por las leyes que nos hemos dado en un Estado aconfesional.
En cambio, Osoro quiere «impregnar de religiosidad el espacio público», como textualmente afirma en dicho reportaje. ¿Llegaremos a equiparar a sus proselitistas con los talibán? Lo que está proponiendo es jugar con fuego. ¿Dónde se situará el límite de esa actividad proselitista? ¿Se podrá controlar adecuadamente el ardor evangelizador para que no se convierta en fanatismo? Sin acudir a comparaciones odiosas, hoy en día exageradas, con lo que ocurre en Afganistán o en Paquistán, sí hay que tener muy presente lo que está ocurriendo en los paises de la primavera árabe donde los partidos religiosos pretenden aplicar la sharia, el Corán como única fuente del Derecho y donde están empezando a regular las vestimentas femeninas. La religión fundada por Mahoma tiene 622 años menos que la religión cristiana y en su evolución estaría hoy donde el cristianismo estaba en el año 1390. Eso explicaría los excesos que hoy criticamos desde Occidente a los fanáticos islamistas. Los cristianos también cometieron las mismas tropelías hace 600 años y organizaron numerosas y sangrientas Cruzadas para imponer su fe y recuperar Jerusalén, como muchos islamistas quieren ahora recuperar Al Andalus.
Atrás quedan los tiempos en que la religión dominaba toda la organización social porque, afortunadamente, Europa supo liberarse del yugo eclesiástico, dando lugar a siglos de progreso y libertad, aunque en España tardásemos un poco más, ¡ por ser tan católicos¡ Hemos aprendido a respetar todo tipo de creencias siempre y cuando éstas sean respetuosas con la libertad de pensamiento.
Por favor, señor Osoro, preocúpese de sus templos, de su patrimonio amasado con el sudor de sus fieles, de que éstos no sigan disminuyendo, y deje el espacio público para su único titular: la sociedad civil. ¿No le basta con haber invadido la docencia con el argumento falaz de defender lo que usted llama libertad de enseñanza? La escuela está para enseñar, no para adoctrinar, que para eso tienen ustedes sus catequesis. Pero éste es un tema del que tendremos que hablar en otra ocasión.
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