Estimado Sr.
Wert:
Ya hace un
año, en el momento en que tomó posesión de su cargo como ministro de Educación,
subrayó usted la importancia que debe darse a los valores. No podemos estar más
de acuerdo. Obviamente, usted sabe que su propio apellido significa “valor” en
alemán, y quizá se deleite con las asociaciones que a otras personas cultas les
puedan venir a la mente habida cuenta de los principios que guían su actuación
como ministro. Como no puede ser de otra manera, también nosotros buscamos
inspirarnos, en lo referente a estos valores, en la Constitución de todos los
españoles. Estamos orgullosos de una constitución que en su artículo 16
garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto. Como sabemos que
también para usted estos principios están por encima de todo, estamos
convencidos de que hará cuanto esté en sus manos para asegurarles dicha
libertad a los alumnos de primaria y secundaria, o a sus padres. Nos satisface
pensar que consecuentemente, los alumnos no solo podrán optar por una instrucción
religiosa católica, evangélica, musulmana, hebrea, etc., sino que tendrán
también, como opción alternativa, la ciencia. Quienes se sienten herederos de
la Ilustración, quienes no se reconocen en ninguna fe, quienes piensan que la
razón es la que debe guiar nuestros pasos, ese veinticinco por ciento largo de
los españoles, se sentirán muy satisfechos de que sus hijos tengan la
posibilidad, por esta vía, de recuperar los contenidos científicos de los que
se les priva al eliminar del bachillerato las “ciencias para el mundo
contemporáneo”. Desaparece pues la “atención educativa” y vuelve la
“alternativa”. Y la alternativa a la religión es la ciencia, claro está; nos
congratulamos.
Somos, desde
luego, conscientes de que no todo el mundo será partidario de que se ofrezca
esta alternativa. A muchos, la dicotomía entre ciencia y religión les parecerá
rancia y caduca, medieval. Muchos
aspiran a un ordenamiento más actual, y dirigen la mirada a EE.UU., el más
moderno y liberal de los estados modernos. Allí, la religión no tiene cabida en
los centros de enseñanza. La religión se transmite en los “Sunday schools”, las
escuelas del domingo (o las del viernes o sábado, según la confesión ...). Los
fines de semana, se puede hablar de diseño inteligente y creación divina. Pero
en días laborables, ante los pupitres de niños y adolescentes, esos discursos
están vetados por ley, y así se ha concluido en numerosas ocasiones, siempre
que padres y profesores han acudido a los tribunales para dirimir esta cuestión
que ya viene de largo, como retrató en su día Spencer Tracy en la película “La
herencia del viento”. Tal vez tengan razón los que aspiran al modelo
norteamericano: la fe, para el fin de semana; de lunes a viernes, ciencia. Sí,
Sr. Wert, éste es el modelo por el que usted debería apostar. A dios lo que es
de dios, y al césar lo que es del césar.
Anahí Seri
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