Artículo de Marc Cabanilles
Publicado el 28.02.2018 en
¿ RESPETAR LAS IDEAS ?
Sólo un 36% de los estados del mundo ( 71 de los 194
existentes) castigan las ofensas a la religión, según la Comisión de Libertad
Religiosa Internacional (USCIRF, en sus siglas en inglés), y España, reserva
espiritual de occidente, es uno de ellos. Formamos parte, pues, de
un selecto grupo de países liderados por Irán, Pakistán,
Yemen, Somalia y Qatar, que ponen límites a la libertad de expresión
cuando se utiliza para criticar la religión, contra las recomendaciones de la
mayoría de los organismos internacionales que defienden los derechos humanos.
Se sigue confundiendo el concepto de "pecado" con el de
"delito", cosa que parece más propia de otras épocas cuando se sancionaban
comportamientos que se consideraban que iban contra la religión, como
desobedecer el mandato divino de santificar las fiestas trabajando los
domingos, o el hecho de poner música comercial en semana santa.
Y ese delito está en el código penal desde 1995 gracias, una vez más, a los
socialistas que impulsaron su redacción. ¿ En que estarían pensando cuando aprobaron
este código penal, con constancia, además,
de grandes celebraciones ? A
efectos de represión, ¿de qué sirve denunciar el Concordato, si no se modifica
el Código Penal?
Ni tan siquiera la izquierda, parece tener claro que el respeto y la
protección, se debe a las personas no a
sus ideas. Los titulares de derechos (en este caso protección y respeto) son
los creyentes. Pedir respeto a las ideas,
es como pedir respeto a los colores: No deberíamos mezclarlos porque eso es una
falta de respeto a cada color individual.
La ciencia y la filosofía hubieran muerto hace tiempo si hubieran
respetado las ideas, si no las hubieran criticado, desmenuzado, ridiculizado.
El empeño de políticos, jueces y creyentes, en proteger y respetar las
ideas en vez de a las personas, implica
que dichas ideas no pueden ser criticadas, ni refutadas, no se las puede contradecir, no se pueden catalogar de falsas o de supercherías.
Al igual que los defensores de unas ideas tienen derecho a expresarlas y
defenderlas, quienes piensen que esas ideas son falsas, perjudiciales o simples
tonterías, tienen el mismo derecho a
criticarlas, rechazarlas, contradecirlas o ridiculizarlas.
Y claro, cuando pasan los siglos, y
algunas ideas no se pueden discutir, ni
analizar, ni criticar, ni poner en
evidencia, el resultado es lo que estamos viendo, la represión y el dogmatismo
avanzan, mientras la libertad y el librepensamiento retroceden.
Claramente, la persistencia de estos delitos en el código penal supone un
pretexto para limitar el derecho de la ciudadanía a expresar con total libertad
sus opiniones. Si un grupo de gente (en este caso los creyentes) necesitan unas
leyes que les protejan de la crítica, se debería hacer lo mismo con los hinchas
de un equipo de futbol que se sienten ofendidos por los hinchas del equipo
rival, o los militantes de un partido político.
La religión, que no deja de ser una ideología más, debe ser objeto de
crítica como otras creencias políticas, económicas, sociales, y por tanto, no
debe recibir ningún trato de favor en la ley. A nadie en su sano juicio, para proteger la
ciencia, se le ocurriría introducir en
el código penal un delito contra los sentimientos científicos.
En un estado aconfesional, las actuaciones públicas (políticos, jueces,
funcionarios) no deben regirse por creencias irracionales de una parte de la
sociedad, sino por criterios basados en la razón y que sean comunes a toda la
ciudadanía.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada