All
á por el a
ño 306 DC el Imperio Romano cay
ó en manos de Flavio Valerio Aurelio Constatino. No muy buena noticia para
él, ya que el siglo III hab
ía sido terrible para los emperadores romanos, que acababan asesinados, por sus propias tropas, poco despu
és de ser nombrados por ellos mismos.
Las reformas impulsadas por Dioclesiano frenaron esa "costumbre"; pero hab
ía pasado muy poco tiempo y a Constantino no le quedaba otra que profundizar en esas reformas. Por otra parte, el imperio segu
ía siendo inmenso y dif
ícil de mantener unido; por ello, Constantino estableci
ó como nueva capital, a la ciudad de Constantinopla y pens
ó que la religi
ón podr
ía ser un elemento m
ás de uni
ón territorial y social.
Aunque
él cre
ía en todos los dioses romanos, vio que el cristianismo ten
ía el potencial necesario para ser esa religi
ón oficial del imperio. ¡Sus seguidores eran capaces de dejarse devorar por los leones!. Pero se encontr
ó que los cristianos no estaban tan unidos como pensaba.
Trescientos a
ños son muchos a
ños, para que las tradiciones orales que hablaban de Jes
ús de Nazaret, no se viesen afectadas. Adem
ás, un imperio inmenso, dificultades de comunicaci
ón entre territorios y la persecuci
ón de los romanos provocaron que los cristianos se dividiesen en obispados independientes que, cada uno de ellos, contaban aquella historia a su manera.
Esto, hizo que Constantino, a propuesta del Obispo Osio de C
órdoba, promoviera el primer Concilio de Nicea (y posteriores) en caminados a unificar todo el cristianismo.
Al concilio acudieron unos 300 obispos y empezaron a elegir aquellos evangelios que dec
ían cosas razonables (evangelios can
ónigos) y rechazar los que contaban historias demasiado fantasiosas (evangelios ap
ócrifos) y con ello elaboraron lo que ser
ía el Nuevo Testamento (en griego, que era el idioma del Imperio Romano Oriental).
Tambi
én se debati
ó sobre el celibato; pero el asunto m
ás espinoso y que sigui
ó debatiendose hasta el Concilio de Constantinopla, 56 a
ños m
ás tarde, fue la llamada, Controversia Arriana.
Los obispos cristianos del Imperio Romano Oriental, encabezados por el Presb
ítero Arrio, fuertemente influenciados por el cercano Jerusal
én, defend
ían que su religi
ón era monote
ísta y, por lo tanto, hab
ía un
único Dios: Dios Padre, el creador de todo. Su hijo, Jes
ús, de padre divino y madre humana, era muy importante, pero no llegaba a ser Dios; no hab
ía creado nada y se hab
ía limitado a sacrificarse por todos los hombres (para nada; pues est
á claro, que fracas
ó estrepitosamente).
La tesis contraria la defend
ía Atanasio, colaborador del Obispo de Alejandr
ía. Este, como todos los obispos del Imperio Romano Occidental; fuertemente influenciados por la Roma polite
ísta, defend
ía que deber
ía haber tres dioses: el Padre, el Hijo y el Esp
íritu Santo.
- ¿El Esp
íritu que?
- El Esp
íritu Santo
- ¿Eso que es?
- Una paloma
- Y que pinta una paloma en todo esto
- ¿Tu no has visto que en todas las pel
ículas de Disney, tiene que haber una mascota simp
ática?, pues nosotros tenemos que tener una paloma
- ¿Pero de donde te sacas lo de la paloma?. Jes
ús nunca hablo de ella y la Biblia tampoco.
- Pues tiene que haber una paloma que represente el Esp
íritu Santo de Dios. Adem
ás, a Mar
ía, la madre de Jes
ús, hay que nombrarla Theotokos (Madre de Dios); los romanos est
án acostumbrados a adorar a la Diosa Diana y hay que darle una alternativa.
Por otra parte, el pueblo romano también estaba acostumbrado a que el Senado nombrara Dios, a los Emperadores romanos, una vez muertos (bueno, Cal
ígula se hizo nombrar Dios en vida); as
í que Atanasio redonde
ó su planteamiento proponiendo que los obispos pudieran elevar a los altares a aquellos cristianos que destacaran por su mod
élica vida.
- ¡Que barbaridad!- Exclam
ó Arriano - ¡Esta es una religi
ón monote
ísta y la vamos a convertir en mitolog
ía cristiana!
- Se
ñor - dijo Anastasio dirigiendose al Emperador - el Imperio Romano Occidental no aceptar
á esta religi
ón si tiene un
único Dios.
- El Cristianismo no tiene sentido con tantos dioses - A
ñadi
ó Arriano.
- A mi lo de subir a los cielos a la gente que se porte bien me gusta - dijo el Emperador - dar
ía tranquilidad al Imperio a cambio de un premio barato. Pero si esta es una religi
ón monote
ísta, no podemos hacerlos dioses; tendr
íamos que hacerlos... ¡Santos!. Si, santos; ser
ía como una especie de dioses, pero sin llegar a serlo. Respecto a la madre de Jes
ús, no podemos declararla "Virgen" todav
ía; tenemos que esperar a 1858 a que el Papa Pio IX así la nombre (no se de donde sacará pruebas de esa virginidad); pero podemos hacer alg
ún tipo de divinidad por encima de los santos y por debajo de Dios. Y... y respecto a Dios Padre y Dios Hijo...
- ¡Y el Esp
íritu Santo!
- ¡Joder Atanasio!, ¡que pesadito est
ás con la paloma!.
- Pues eso - continu
ó el Emperador - respecto al Padre, el Hijo y el Esp
íritu Santo, podr
ían ser... un
único Dios; as
í ya ser
íamos una religi
ón monote
ísta, ¿no?
- ¿Un
único Dios? ¡pero si son tres!- Dijo Arriano con aire de escepticismo.
- S
í, ser
ían tres personas distintas, en un solo Dios.
- Pero ¿como van a ser tres personas distintas integradas en un solo dios?
- Si, ser
á un misterio. Un misterio que ya aclarar
á Dios, cuando la gente vaya al cielo. Para eso es todo poderoso.
Se quedaron todos con la boca abierta...
- Bueno, pues ya lo tenemos - concluy
ó Constantino - A este cristianismo lo llamaremos "Cat
ólico" que viene del griego "Katholikis" que, como bien sab
éis, significa "universal"; ya que ser
á la religi
ón de todo los cristianos y de todo el Imperio.
- ¡Valla miiiierda de religi
ón monote
ísta que nos hemos montado! - dijo Arriano.
- Pues a quien no le guste lo paso a cuchillo. El imperio no est
á para conflictos internos.
Acab
ó el concilio con la satisfacci
ón de los Atanasistas y el disgusto de los Arrianistas que, nada m
ás salir la reuni
ón dijeron: "¡Y una mierda que te comas, Constantino!", mientras daban un corte de mangas; por lo que el Emperador los tuvo que perseguir hasta los
últimos d
ías de su vida.
Curiosamente, Constantino se convirti
ó al Arrianismo en su lecho de muerte. Actualmente es considerado santo entre los cristianos orientales; mientras que los cat
ólicos nombraron santo a Atanasio.