dijous, 22 de desembre del 2022


Article de Marc Cabanilles


Publicado en Levante-EMV el 16-12-2022 


 ROMPO RELACIONES

(¿Y éste, qué dice?)

 Según se puede ver en el DOGV, decreto 37/2022 de 25 de noviembre, el muy “progresista” gobierno del Botànic, con la excusa de asumir competencias autonómicas, acaba de firmar su propio “Concordato” autonómico con la secta católica valenciana, basándose en un pre constitucional Concordato estatal, que en el fondo no deja de ser un regalo que los franquistas de la transición hicieron a la iglesia, como pago por el apoyo a la dictadura durante más de cuarenta años.

Rompo relaciones pues, con una institucionalidad que, por más progresista que se diga, no deja de poner obstáculos en el camino hacia una sociedad verdaderamente justa, que debiera empezar por eliminar privilegios a quienes, de forma prepotente e insolidaria, los disfrutan.

Para el gobierno del Botànic, parecen ser más importantes las competencias autonómicas que el reivindicar una sociedad más igualitaria, donde los privilegios sean una excepción y no la norma. Una sociedad que tras cuarenta y tres años de democracia, en ciertos aspectos como el de la laicidad, sigue inmersa en los años negros de la dictadura, pues la invasión, expolio, uso y abuso de lo público por parte de la secta católica, convierten a la tan manoseada y malinterpretada constitución, en un referente inservible para avanzar hacia un estado laico, única garantía de más libertad, mejor igualdad y un poco de decencia.

Sólo hay que preguntarse dónde queda la libertad de conciencia del individuo (Art. 16.1 de la constitución) y la aconfesionalidad del estado (Art. 16.3) cuando para tratar temas de enseñanza, cultura, sanidad, patrimonio y hasta de justicia, un gobierno que se dice progresista, se tiene que sentar primero a hablarlo con una institución como la secta católica, creando comisiones paritarias, que tarde o temprano, reclamarán también musulmanes, judíos, protestantes,…… para salvaguardar sus privilegios.

Cuando se presume de haber avanzado en democracia, en lo referente a la laicidad, seguimos anclados a una ley de Libertad Religiosa de 1980, aprobada en un momento en el que el Estado sólo mantenía relaciones con la secta católica, y cuyo articulado respondía, punto por punto, al Concordato de 1979, negociado antes de la aprobación de la Constitución del 78.

Se trata de una ley que en vez de limitarse a salvaguardar el derecho de toda persona a tener sus propias creencias religiosas (o no tenerlas), y a expresarlas abiertamente y sin temor a persecuciones, ni a que se le niegue la igualdad de derechos con sus conciudadanos, lo que prima es seguir privilegiando a la secta católica, incluyendo una financiación de 11.000 millones al año, y además, bajo la fórmula de “notable arraigo”, extender también los privilegios a las otras confesiones.

Tampoco los mencionados artículos 16.1 y 16.3 de la constitución, han impedido que las instituciones públicas (gubernamentales, sanitarias, educativas, deportivas), den continuas muestras de confesionalidad religiosa, con transgresiones permanentes desde que se aprobó la constitución en 1978, sin que ello parezca quitar el sueño a quienes ejercen cargos de responsabilidad en los distintos ámbitos públicos. Hospitales, universidades, cementerios, escuelas, institutos, ministerios, ejército, diputaciones y ayuntamientos, practican y alientan actos confesionales católicos a todas horas. En estas instituciones se incumple constantemente el respeto al pluralismo confesional y no confesional de una ciudadanía diversa, pero apática e indiferente respecto a dichas prácticas inconstitucionales.

Las pocas organizaciones que, con escasos recursos y todavía menos influencia, luchan contra esta lacra de la democracia, suelen cargar las tintas en la vigencia del Concordato y sobre los políticos. Pero eso no es suficiente explicación. Mucho me temo que incluso derogando el Concordato, seguirían vigentes las mismas prácticas institucionales que hay ahora, pues la aconfesionalidad, mientras no toque lo votos, a los políticos les importa menos que un rábano, por más que en congresos y programas electorales figure desde el principio del periodo democrático.

El verdadero problema hay que achacarlo a otros factores.

Está en la degradación democrática en que está sumida la sociedad, golpeada por corruptelas, desengaños, dificultades económicas, falta de perspectivas, miedos infundidos, entretenimientos superfluos.

Está en la renuncia a entender que todo lo público debe regirse por el respeto mutuo, la igualdad de ideas/creencias y la neutralidad respecto a esas creencias.

Está en el no rechazo del soborno y chantaje al que nos someten las religiones, siempre privilegiadas, sabiendo que las creencias religiosas, no son compartidas por todos los seres humanos, y en consecuencia, esas creencias no pueden servir ni para cohesionar la sociedad, ni para generar unas leyes y normas de convivencia comunes que sirvan a todos, creyentes y no creyentes.

Ya sé que a nadie le importa, y menos todavía a esa progresía responsable de esta grave disfunción democrática, pero mi convencimiento que los auténticos cambios sociales y políticos, deben empezar por el cambio de actitudes individuales, me lleva a dar el paso de romper relaciones con esa institucionalidad progresista que por más siglos que ostentara el poder, sería incapaz de evitar que los intereses particulares sean los que dicten las relaciones sociales, un progresismo que ha demostrado hasta la saciedad su falta de modelo de sociedad alternativo al actual, su incapacidad  de avanzar ni un milímetro hacia una sociedad justa e igualitaria, donde el privilegio desaparezca o sea una excepción, y no la norma.

Algún día se entenderá que en un Universo sin dioses, la única moral sería aquella que no contribuya a la maldad del mundo, ya sea en forma de privilegio, xenofobia, imposición, expolio, machismo, contaminación, esclavitud, colonialismo, apartheid, homofobia o vayan ustedes a saber, qué otras formas se inventen para fastidiar la posibilidad de una vida plena, digna y diversa.

Ya me gustaría ver la cara de la progresía cuando al leer este artículo, se pregunte, “¿Y éste, qué dice?”


divendres, 28 d’octubre del 2022


Article de Marc Cabanilles 

Publicado en Levante-EMV el 21-10-2022

Islam, más de lo mismo

Algunos de mis lectores, seguidores y detractores, apuntan que siempre lanzamos el dardo sobre la iglesia católica, que no nos atrevemos a hablar del Islam. Es verdad la primera parte de esa afirmación. Nos dirigimos más hacia la iglesia católica porque es la que más nos afecta en nuestra vida diaria, con sus privilegios y sus intromisiones en la vida política y social.

 

En estos tiempos del multiculturalismo (yo acepto tu cultura con todo lo que lleve aparejado, y tú haces lo mismo, y aceptas la mía), hablar del Islam puede costarle a uno, como mínimo, la etiqueta de islamófobo, racista o supremacista. Si es así, en pos de ese multiculturalismo, exijo que también acepten mi cultura, tal cual.

El multiculturalismo ha propiciado la idea que todas las culturas merecen ser respetadas y protegidas. Y nada más falso que esa afirmación. Toda cultura, toda idea, toda afirmación ha de poder ser observada, desmenuzada, analizada, matizada, desenmascarada, rebatida, aplaudida o criticada. Ninguna cultura, ninguna idea, merece ser respetada a priori. El respeto a una cultura (o a cualquier cosa), hay que ganárselo en el día a día con los hechos. Y los hechos son los que son.

Observo que en el Islam hay posturas muy, pero que muy intolerante, no sólo en el sentido que es imposible salirse (apostatar) sin correr diversos riesgos, desde el rechazo de la comunidad donde vives, la ruptura con tu familia, la cárcel e incluso la muerte según en qué país. También porque castiga lo que califica de insulto (Salman Rushdie condenado a muerte por Jomeini) o de chiste ateo (revista satírica Charlie Hebdo).

Observo, que la religión islámica no establece diferencia alguna entre política y religión. El Corán deja bien claro que la finalidad del Islam, es establecer un sistema político regido por el sistema legal islámico, la Sharia (significa “camino claro hacia el agua), y para ello hay que acabar con los regímenes "infieles". Esa no diferenciación entre política y religión, provoca que en casi todos los países islámicos se prohíba o censure cualquier intento de hablar del papel de la religión en la vida pública.

Observo que el Islam, posee multitud de ramas (sunníes, chiíes, jariyíes, ibadíes) e interpretaciones (seguidores de Mahoma del periodo de La Meca, del período de Medina), todas ellas enfrentadas entre sí. Y a pesar de ello, tiende a englobar a todos sus adeptos bajo un supuesto paraguas de "mundo musulmán", como si la identidad fuera algo exclusivamente religioso y no dependiera también de otros factores como la nacionalidad, la cultura, el idioma, el clima.

Observo que, siendo todos los seres humanos iguales en deberes y derechos, a las mujeres musulmanas no se las trata como a los hombres. Una mujer, mientras esté en edad de parir, ha de ocultar su pelo bajo una tela para no despertar las hormonas masculinas. No puede tocar a hombres que no sean de su familia. Debe enseñar a sus hijos que los no musulmanes son “infieles e impuros”. Debe obedecer a toda la rama masculina de su árbol genealógico (padre, hermano, marido, hijos, primos, sobrinos,..).

Observo la vestimenta del hiyab y el burka, como elementos externos de esa desigualdad, identificando a las mujeres como musulmanas antes que personas, dejando bien claro que su vida depende de los designios de un dios, designios, que por supuesto, ya se encargarán de interpretar unos hombres, califas o imanes. Ese es el poder que tiene esa tela. A veces hemos visto en Europa, que frente a agresiones a mujeres por llevar hiyab, ciudadanas europeas en un gesto de solidaridad, se lo han puesto. Pero cuando en un país musulmán, se agrede a mujeres por no llevarlo, el hecho de quitarse el hiyab y mostrar su pelo, en solidaridad con las que no quieren llevarlo, les puede acarrear gravísimos problemas.

Observo que bajo el Islam, en algunos lugares la edad nupcial es de 9 años, aberración que cada año mata a decenas de niñas violadas en su “noche de bodas” y otras tantas en el primer parto.

Rápido me dirán que a la creencia católica también le gusta la denuncia por "ofender" sentimientos religiosos o que tampoco la iglesia católica ha tratado a las mujeres como iguales. Efectivamente, pero la diferencia es que a la jerarquía católica, podemos, y de hecho lo hacemos, criticarla duramente por algunas actitudes o declaraciones, en cambio, cuando se trata de imanes, resulta que hay que "respetar" su cultura o te etiquetarán, como he dicho al principio, de islamófobo.

Muchos musulmanes "moderados", no dejan de repetir el mantra que el Islam es una religión de paz (al igual que sucede con “poner la otra mejilla” del cristianismo), y en verdad, numerosos versículos del Corán hacen referencia a ello con la palabra “Salam”, que significa paz, pero no en el sentido occidental, sino la paz que prevalecerá en el mundo cuando la humanidad se convierta al Islam, y para ello qué mejor que la Yihad, o sea, la obligación del creyente en Alá, para que la ley divina reine en la tierra, usando si es necesario la violencia y la guerra.

Cuando lo deseable es poder criticar con las armas de la filosofía y la razón, las religiones jamás rechazan el principio que sus “dioses” son siempre superiores a la razón. Esto, en la práctica lleva a la imposición de unas ideas rígidas que no admiten la más mínima crítica.

Mientras con la excusa del multiculturalismo, sigamos sin ver ni oír ni hablar ni actuar, el fundamentalismo (o más bien el fascismo) religioso (católico, evangelista, musulmán, judío), irá ganando terreno para más desdicha de una humanidad ya bastante golpeada por una política insensible, una economía depredadora, un medio ambiente degradado y unas pandemias cada vez más frecuentes.



dimecres, 11 de maig del 2022

VIII CONGRESO ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DEL LIBRE PENSAMIENTO

Después de ser cancelado en 2021 debido a la pandemia de covid-19, el pasado 23 de abril se llevó a cabo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el VIII Congreso Internacional AILP (Asociación Internacional del Librepensamiento), en el que participamos como UAL (Unión de Ateos y Librepensadores),  bajo el lema:

“ESCUELA LAICA Y LAICIDAD EN LA ENSEÑANZA,  Los ataques a la libertad de conciencia en la escuela de hoy”. 

La separación de las religiones de los Estados debería aplicar el principio de laicidad integral en los sistemas educativos, condición indispensable de la democracia, que necesita proteger a la escuela de cualquier influencia dogmática, con la finalidad de que ésta contribuya a la formación de una ciudadanía libre e ilustrada, con capacidad crítica y que se base en la luz de la razón.

En ese sentido, este VIII Congreso Internacional a celebrar en Madrid, se ha decidido que se desarrolle sobre la trascendental cuestión de la enseñanza laica, que tantos ataques integristas y dogmáticos ha recibido a lo largo de la historia y en estas primeras dos décadas del siglo XXI, donde se acrecientan dichos ataques en todo el planeta, en algunos lugares de forma muy virulenta.